Con la llegada de las bajas temperaturas hay especies que no vemos hasta la llegada de la primavera. Es el caso de muchos insectos, que suelen buscar refugio para sobrevivir al frío. En este artículo repasamos algunos de sus escondites.
Mosquitos, hormigas, moscas… Estos pequeños seres nos acompañan a lo largo de todo el año, especialmente durante los cálidos meses de verano. Pero, con la llegada de las bajas temperaturas, parece que se esconden. A diferencia de los osos o los murciélagos, cuya hibernación conocemos bien, la pregunta sobre qué ocurre con los insectos durante el invierno suele quedar sin respuesta.
Con la llegada del frío, la flora y fauna buscan la manera de sobrevivir a la estación. Por ejemplo, ciertas especies se refugian de manera transitoria en el subnivium, un ecosistema formado entre la capa de nieve y el suelo. Sin embargo, los insectos optan por seguir su propia táctica. Algunos, como las mariposas monarca, migran a climas más cálidos, de manera parecida a las aves. Otros, como los escarabajos y las hormigas, buscan refugio en grietas, bajo la corteza de los árboles o en el suelo, donde la temperatura se mantiene más estable. Además, muchos insectos entran en un estado de diapausa, una especie de letargo en el que reducen su metabolismo al mínimo para conservar energía.
El cambio climático podría alterar los patrones de hibernación y migración de muchas especies de insectos
Una de las estrategias más sorprendentes que utilizan los insectos para garantizar la supervivencia de sus larvas en invierno consiste en refugiarse en agallas. Estas estructuras se forman cuando ciertos insectos, como las avispas, depositan sus huevos en las hojas, tallos o ramas de algunas plantas para su propio beneficio. Esto modifica el código genético de la planta que, como respuesta, genera una estructura protectora alrededor del huevo, creando una cápsula segura donde la larva puede desarrollarse a salvo del frío y de los depredadores. Las agallas no solo proporcionan refugio, sino también alimento, ya que las larvas pueden nutrirse de los tejidos vegetales dentro de la estructura. Una vez que llega la primavera y las temperaturas suben, las larvas completan su desarrollo y emergen listas para iniciar su ciclo de vida. Pero el cambio climático podría alterar los patrones de hibernación y migración de muchas especies de insectos. Algo que no resulta sorprendente dado que algunos animales y plantas ya se han adaptado a las variaciones que han experimentado sus ecosistemas como consecuencia del calentamiento global. Si las temperaturas invernales dejan de ser lo suficientemente frías, algunos podrían modificar sus ciclos biológicos, lo que tendría consecuencias en los ecosistemas y en la agricultura. Comprender estos mecanismos no solo nos ayuda a conocer mejor a los insectos, sino también a valorar la importancia de conservar su hábitat natural.
Una de las estrategias más sorprendentes que utilizan los insectos para garantizar la supervivencia de sus larvas en invierno es la creación de agallas
Para que los alumnos puedan conocer de primera mano estas fascinantes estrategias de supervivencia, os proponemos diferentes recursos:
La instalación de un hotel de insectos tiene numerosos beneficios educativos. El alumnado podrá observar el comportamiento de los insectos en su entorno natural, aprenderá sobre la biodiversidad y la importancia de los polinizadores y desarrollará conciencia ecológica y respeto por el medioambiente. Incorporar el estudio de los insectos y sus estrategias de supervivencia en invierno en el aula no solo permite acercar a los estudiantes a la biodiversidad, sino que también les ayuda a desarrollar un pensamiento crítico sobre los ecosistemas y su equilibrio. A través de experiencias prácticas, como la observación de agallas o la construcción de un hotel de insectos, los alumnos pueden conectar la teoría con la realidad y fomentar el respeto por el medioambiente. Estas actividades, además, despiertan la curiosidad científica y promueven valores como la empatía y la responsabilidad ecológica. Como docentes, tenemos la oportunidad de transformar la manera en que los niños y niñas perciben el mundo natural, motivándolos a ser observadores activos y, en el futuro, agentes de cambio en la conservación de su entorno. Texto: Ana Calvo Jiménez