Hoy en día, los repelentes de mosquitos comerciales están por todas partes. Sin embargo, hay alternativas naturales, seguras y ecológicas que se pueden preparar en casa o en el aula y que, además de ser más sanas, fomentan el aprendizaje científico y la creatividad.
Cuando llega el calor, los mosquitos aparecen por todas partes. Su molesta presencia puede interrumpir momentos de aprendizaje, juego o descanso. Pero ¿y si se pudiera convertir ese inconveniente en una oportunidad? Explorar cómo protegerse de los mosquitos con soluciones naturales no solo es práctico, también puede ser una actividad divertida para realizar en casa.
Un repelente natural de mosquitos es una sustancia elaborada con ingredientes de origen vegetal que ayudan a mantener alejados a los insectos sin necesidad de utilizar compuestos sintéticos.
Los repelentes naturales pueden elaborarse en forma de aceites esenciales, infusiones, sprays, velas o inciensos, y su eficacia se basa en los aromas que ciertas plantas y esencias emiten. Estos olores, aunque agradables para los humanos, resultan molestos o confusos para los mosquitos, lo que los mantiene a raya.
Además, su elaboración puede ser parte de una actividad escolar en la que los niños aprendan a reconocer plantas aromáticas, entender cómo funcionan los sentidos de los insectos o desarrollar su propio repelente para llevar a casa. Explicar el porqué de cada ingrediente es también una forma de conectar con contenidos curriculares de ciencias y medio ambiente.
Una de las principales diferencias entre los repelentes naturales y los comerciales está en su composición. Los repelentes comerciales suelen estar formulados con químicos como el DEET o la permetrina, compuestos efectivos pero que pueden causar irritaciones o reacciones adversas si se aplican en exceso o en pieles sensibles.
Los repelentes naturales, por su parte, están basados en ingredientes como aceites esenciales (lavanda, citronela, eucalipto), vinagre, hierbas frescas o infusiones. Aunque su duración puede ser menor que la de los productos industriales, pueden aplicarse todas las veces necesarias sin riesgo para la salud.
Optar por repelentes naturales también es una manera de reconectar con saberes tradicionales y con el uso consciente de los recursos que nos brinda la naturaleza.
Incluir esta comparación en clase permite abrir el debate sobre la química cotidiana, los hábitos para fomentar un consumo responsable y la importancia de leer las etiquetas. Los estudiantes pueden incluso realizar experimentos comparativos sobre duración, efectividad o aroma de cada opción.
Teniendo en cuenta las sustancias que los componen, es importante saber que algunos de estos repelentes comerciales pueden tener un impacto negativo en el medioambiente si no se usan o desechan correctamente.
Las opciones naturales son biodegradables, más seguras para los niños y, en muchos casos, también más económicas.
Optar por repelentes naturales también es una manera de reconectar con saberes tradicionales y con el uso consciente de los recursos que nos brinda la naturaleza. En muchas culturas, las plantas aromáticas se han utilizado desde hace siglos para protegerse de los insectos, y recuperar ese conocimiento es una forma valiosa de acercar a los alumnos a prácticas sostenibles y culturales. Además, elaborar estos repelentes permite reducir el uso de envases plásticos de un solo uso, lo cual ayuda a disminuir los residuos generados en casa y en la escuela.
Muchos de los ingredientes que ayudan a repeler mosquitos están al alcance de cualquier casa o aula. Conocerlos permite preparar soluciones efectivas y naturales, y al mismo tiempo es una excelente oportunidad para que los niños descubran plantas y olores nuevos para ellos.
El aceite esencial de eucalipto con limón es uno de los repelentes naturales más investigados. Según el Centers for Disease Control and Prevention (EEUU), su eficacia es comparable al DEET cuando se utiliza en concentraciones adecuadas. Su olor cítrico con notas frescas resulta muy desagradable para los mosquitos. Puede utilizarse en infusión, como base de un spray o en difusores.
Los niños pueden preparar bolsitas aromáticas con hojas secas de eucalipto y rodajas de limón deshidratado para colgar en la ventana del aula.
La lavanda no solo huele delicioso, también es conocida por sus propiedades calmantes y su capacidad para repeler insectos. Su aceite esencial puede mezclarse con agua para pulverizar en la ropa o en el ambiente.
Además de tener un aroma cálido y especiado, la canela contiene cinamaldehído, un compuesto que actúa como repelente. Se puede preparar una infusión concentrada con canela en rama y usarla como base líquida de un spray repelente.
En el colegio se pueden colocar varias soluciones (agua sola, agua con canela, agua con lavanda) en diferentes frascos abiertos en el patio y observar cuántos insectos se acercan a cada uno.
Una combinación muy tradicional y efectiva: los limones partidos con clavos de olor incrustados en la pulpa son un clásico para repeler insectos en ambientes cerrados.
Esta planta no solo es deliciosa en la cocina, también tiene propiedades repelentes gracias al linalol que contiene. Se puede tener en macetas en la ventana del aula, o preparar infusiones para usar como spray.
Tanto el vinagre de manzana como el alcohol etílico actúan como bases líquidas para mezclar aceites esenciales. Además, por sí solos ya tienen cierta acción repelente.
La citronela es uno de los repelentes naturales más populares y se utiliza en velas, sprays o pulseras. Su olor es fuerte, pero suele tolerarse bien y resulta muy efectivo en exteriores.
Una divertida manualidad puede ser crear pulseras aromáticas con cuentas de madera impregnadas en citronela, que los niños puedan usar en excursiones o en el recreo.
Sí, siempre que se utilicen ingredientes naturales adecuados y no se apliquen directamente sin diluir. Se puede probar un poco en el antebrazo antes de usarlo en todo el cuerpo.
Solo si están correctamente diluidos. Los aceites esenciales deben mezclarse con agua, alcohol o aceites vegetales. Las infusiones suaves sí pueden aplicarse directamente.
Lo primero, y más difícil, es intentar no rascarse. Después se puede aplicar una compresa fría, una infusión de manzanilla o una mezcla de bicarbonato y agua para calmar el picor. Y, finalmente, usar nuestro repelente natural para que no vuelvan a picarnos.
Los más pequeños pueden aprender a reconocer plantas aromáticas, entender cómo funcionan los sentidos de los insectos o desarrollar su propio repelente
Crear un repelente de mosquitos casero es una excelente forma de desarrollar habilidades prácticas en el aula, como la medición precisa de ingredientes, el uso seguro de materiales, la comprensión de procesos físicos como la mezcla y la emulsión, o la observación de resultados. Esta actividad permite que los alumnos trabajen con las manos, sigan instrucciones paso a paso y reflexionen sobre cómo aplicar conocimientos científicos en situaciones reales.
Una receta sencilla para preparar en clase es mezclar 100 mililitros de agua destilada, 10 gotas de aceite esencial (lavanda, citronela, eucalipto o una mezcla) y una cucharadita de alcohol o vinagre para conservar. Se agita en un frasco con atomizador y se puede etiquetar con el nombre de cada estudiante.
Los alumnos pueden diseñar sus propias etiquetas e incluir una lista de ingredientes.
Una forma sencilla de mantener alejados a los mosquitos es fabricar inciensos caseros. Para ello se necesitan palitos de madera delgados (como los de brocheta), cáscaras de cítricos previamente secadas al sol, trozos de canela en rama o canela molida, y un poco de hilo de algodón. Primero se trituran o cortan las cáscaras secas y se mezclan con la canela. Luego, se enrolla esta mezcla alrededor del palito con ayuda del hilo, asegurándose de que quede bien sujeto. Al encender el extremo, el humo que desprende actúa como repelente natural.
Se recomienda siempre la supervisión de un adulto si se va a encender el incienso.
Fundir cera vegetal y añadir unas gotas de aceites esenciales permite crear velas naturales con aroma repelente. Además de explicar cómo se solidifica la cera, se puede trabajar el diseño de moldes y portavelas.
Infusiones concentradas de albahaca, lavanda o clavo pueden aplicarse con algodón sobre la piel. No tienen una duración tan larga, pero son seguras y suaves para los más pequeños.
Para que los repelentes naturales sean efectivos, es importante aplicarlos cada 2 o 3 horas, especialmente si se suda o se está al aire libre. No es recomendable usar aceites esenciales directamente sobre la piel sin diluirlos, ya que podrían causar irritación.
Los sprays deben guardarse en un lugar fresco y oscuro, y agitarse bien antes de cada uso. Las velas y pulseras pueden conservarse en bolsas herméticas para mantener el aroma.
Gracias al aprendizaje sobre los repelentes naturales, la incomodidad que provocan los mosquitos se convierte en una gran oportunidad para que los pequeños descubran las propiedades de la naturaleza, fortalezcan el vínculo con el entorno y exploren alternativas más saludables y sostenibles frente a los productos convencionales.
Texto: Arantza García