Proclamado por la ONU en 2023, el Día Mundial del Transporte Sostenible es mucho más que una conmemoración: esta fecha nace para reivindicar el papel esencial de la movilidad en el desarrollo sostenible y apela a instituciones, gobiernos, empresas y ciudadanos a impulsar medios de transporte más limpios en búsqueda de un futuro mejor.
El Día Mundial del Transporte Sostenible es la fecha con la que se busca promover los medios de transporte que reduzcan el impacto ambiental y concienciar sobre la necesidad de reducir emisiones y mejorar la eficiencia de la movilidad urbana. Su origen está en el reconocimiento de la importante función que desempeñan los sistemas de transporte en el apoyo al crecimiento sostenible y al desarrollo del bienestar social.
Esta conmemoración no solo invita a la comunidad internacional a reforzar el papel que desempeña la sostenibilidad del transporte y la movilidad a todos los niveles, sino que anima también a la participación ciudadana en actividades educativas o en la organización de eventos para aprender y concienciar sobre el transporte sostenible.
Es muy común confundir los conceptos de «transporte sostenible» y «movilidad sostenible», aunque existe una pequeña diferencia entre ellos. Mientras que el primero se refiere principalmente a los vehículos e infraestructuras, el segundo tiene un sentido más amplio y social: planificación urbana, accesibilidad, hábitos individuales y colectivos…
Esta fecha surge de una convicción cada vez más extendida: la importancia de la movilidad sostenible para reducir el impacto ambiental del transporte. Por ello, la Asamblea General de la ONU proclamó el 26 de noviembre como el Día Mundial del Transporte Sostenible, una jornada que se utiliza para recordar el compromiso individual y colectivo de fomentar un futuro más limpio y eficiente.
El Día Mundial del Transporte Sostenible fue aprobado por la ONU el 16 de mayo de 2023 en un contexto internacional de creciente reconocimiento de que el transporte es clave para el desarrollo económico, la inclusión social y la acción climática dentro de los esfuerzos por cumplir la Agenda 2030 y los acuerdos climáticos de París.
Desde que comenzó a celebrarse en 2023, ciudades como Madrid, Bogotá o Ciudad de México han organizado jornadas de transporte público gratuito y rutas en bicicleta para promover la movilidad limpia, y en Barcelona se han impulsado talleres escolares sobre transporte eléctrico. A partir de entonces, la efeméride ha crecido con rapidez, sumando iniciativas ciudadanas y gubernamentales en nuevos países y consolidándose como un movimiento global.
El Día Mundial del Transporte Sostenible contribuye directamente a varios Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), particularmente al 11 (ciudades y comunidades sostenibles), el 13 (acción por el clima) y el 9 (industria, innovación e infraestructura).
El transporte sostenible conecta comunidades, facilita el acceso a la educación y al empleo, reduce los costes de movilidad e impulsa la igualdad social
En un mundo cada vez más interconectado, el transporte sostenible es una de las claves en la lucha contra el cambio climático a través de la reducción de la contaminación. Su desarrollo no solo favorece una economía más eficiente, sino que contribuye a la calidad de vida mediante la promoción de ciudades más habitables.
La transición hacia las energías limpias es una de las mejores estrategias en la lucha contra el cambio climático. Bastan dos datos para comprobarlo: en 2022, el transporte representaba alrededor del 20% de las emisiones de CO₂, mientras que en 2023, los nuevos coches matriculados en Europa emitieron de media 1,5% menos CO₂ que en el año anterior.
Un sistema de movilidad verdaderamente sostenible no puede ser solo ecológico, sino que también debe ser justo e inclusivo. Por eso, garantizar que todas las personas (sin importar edad, género o condición social) puedan desplazarse con facilidad es clave para conseguir una ciudad más humana. Cuidar las redes de transporte público, crear calles seguras para peatones y bicicletas o eliminar barreras de accesibilidad son pequeños grandes pasos hacia una movilidad equitativa y solidaria.
El transporte sostenible conecta comunidades, facilita el acceso a la educación y al empleo, reduce los costes de movilidad y, en definitiva, impulsa la igualdad social. Un sistema de transportes eficiente y asequible multiplica las oportunidades y reduce las brechas económicas y sociales, lo que combate la exclusión social y la pobreza.
Cada 26 de noviembre, desde Europa hasta América, e incluso en algunos países de Asia, África u Oceanía, el mundo celebra el Día Mundial del Transporte Sostenible con actividades que promueven la movilidad limpia y responsable. Gobiernos, asociaciones y ONGs organizan campañas de sensibilización, jornadas como el Día Mundial Sin Coches y programas educativos. Todo ello con la idea de inspirar a millones de personas a cambiar sus hábitos y apostar por un transporte sustentable y eficiente.
Los gobiernos y organizaciones internacionales como la ONU o la UE también tienen un importante papel en el fomento del transporte sostenible a través de zonas de bajas emisiones o corredores verdes urbanos. Por ejemplo, en España, el Plan de Movilidad Sostenible incentiva el uso de vehículos eléctricos; y en Argentina, el programa Mi Bici, Tu Bici promueve la movilidad activa. Estas iniciativas demuestran que la sostenibilidad empieza en las calles.
Los ciudadanos que configurarán el mundo del mañana están hoy en las aulas, por lo que serán ellos los que determinen la sostenibilidad de las ciudades en el futuro. Las campañas, talleres y proyectos educativos son una buena forma de empezar, y ya hay algunos en marcha. Por ejemplo, sCOOL2walk, que fomenta que las familias caminen al colegio, Transforming Mobility, que desarrolla una actividad con escuelas para analizar patrones de movilidad escolar, o Get Started, que organizó un concurso escolar de campañas de sensibilización sobre movilidad sostenible.
Con estas propuestas como inspiración, cualquier colegio podría sumarse a la causa proponiendo su propio proyecto. Por ejemplo, organizando una ruta urbana en bicicleta con alumnos y profesores que pase por otros centros educativos de la zona en forma de concienciación, entregando fichas (podría hacerse incluso en formato digital, con un QR) en las que los alumnos hayan recogido datos e información sobre el transporte sostenible.
El papel de la ciudadanía es fundamental en la configuración del espacio público. Asociaciones vecinales y colectivos ecologistas organizan marchas en bicicleta, ferias de transporte limpio, o presionan para favorecer al peatón frente al vehículo. Participar en estas iniciativas demuestra que el cambio hacia una movilidad sostenible empieza con cada persona y recuerda a la administración su responsabilidad con la ciudadanía.
Un trayecto de 5 kilómetros en bicicleta evita cerca de 1 kilo de CO₂ respecto al coche, y los autobuses eléctricos pueden ahorrar hasta un 80% de las emisiones frente a los diésel
Promover el transporte sostenible desde tu entorno puede empezar con acciones comunitarias como proponer mejoras en las rutas de autobús o carriles bici de tu zona o animar a tus vecinos a usar medios no contaminantes. Otra de las claves es servir de referente para los que te rodean, así que predica con el ejemplo en tu día a día y apuesta por los tipos de transporte sostenible.
Cada ciudadano puede aportar su granito de arena en el camino del transporte sostenible. Por ejemplo, hacer a pie trayectos inferiores a los 2 kilómetros, acostumbrarse al uso diario de bicicleta o patinete eléctrico, priorizar el transporte público o incluso compartir vehículo con compañeros o amigos siempre que sea posible.
Las empresas tienen en su mano promover el teletrabajo, los horarios flexibles y los planes de movilidad sostenible. Las escuelas pueden organizar días ‘sin coche’ o proyectos que combinen diversión y funcionalidad. Desde rutas en bicicleta con los compañeros de clase hasta actividades para presentar en el aula, como una clasificación de medios de transporte que, más adelante, podría completarse con una comparación real.
En la primera de ellas, el profesor colocará una pirámide (ya sea en la pantalla digital o en la pizarra) con distintos niveles. Sobre ella, los alumnos, de forma coordinada, deberán proponer todos los medios de transporte que se les ocurra y colocarlos en la pirámide en función a su sostenibilidad. Una vez realizada esta primera tarea, cada alumno deberá escoger dos medios de transporte distintos y comparar el impacto ambiental que genera cada uno en el trayecto desde su casa al colegio.
Sin duda, la tecnología es una herramienta muy poderosa para esta causa. A día de hoy, existen multitud de recursos y proyectos para una movilidad más sostenible: por ejemplo, Smart Mobility City, un espacio donde se prueban soluciones de movilidad eléctrica, autónoma y conectada; Moovit, una app para planificar rutas sostenibles; o incluso la conocida Blablacar para compartir vehículo.
Aunque los números no lo son todo, en ocasiones son la forma más efectiva de entender la importancia de una causa. Según el programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, un trayecto de 5 kilómetros en bicicleta evita cerca de 1 kilo de CO₂ respecto al coche, y los autobuses eléctricos pueden ahorrar hasta un 80% de las emisiones frente a los diésel. En algunas partes del planeta lo tienen muy claro: en ciudades como Copenhague o Ámsterdam, más de la mitad de los desplazamientos se hacen en bici.
Por eso, hablar de transporte sostenible es hablar de cambio y compromiso: el futuro de la movilidad está en nuestras manos. Pequeños gestos como caminar más, usar la bici, elegir el bus o compartir coche son clave para lograr un mundo más limpio y unas ciudades más habitables.
Texto: Santiago Porrúa