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10 actividades para cuidar el agua dentro (y fuera) del aula

cuidar el agua

Salvar los recursos hídricos es salvar el planeta, un mantra que cobra especial importancia durante el Día Mundial del Agua. Para lograrlo, compartimos diez acciones que te permitirán trasladar a tus alumnos de forma sencilla la importancia de proteger el agua y cómo podemos evitar su desperdicio.

Aunque las lluvias son abundantes durante los primeros días de primavera, nos encontramos en un momento crítico en cuanto a recursos hídricos se refiere. ¿El motivo? Su escasez, un problema causado por la contaminación, la deforestación de bosques, las secuelas del cambio climático y el uso descontrolado que hacemos del agua. A continuación hablaremos sobre la importancia de cuidar el agua.

Las consecuencias de la sequía son, como advierte la Organización de las Naciones Unidas, graves a nivel climático –el 90% de los desastres naturales están relacionados con el agua– y a nivel sociosanitario, ya que el agua no potable y el saneamiento deficiente son las principales causas de mortalidad infantil.

En España, el pronóstico del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico también nos anima a tomar medidas urgentes para cuida el agua, pues durante los últimos meses las reservas hídricas de nuestro país han registrado los niveles más bajos del siglo, encontrándose veintidós unidades territoriales en una situación de sequía prolongada que podría agravarse con la llegada del verano.

Para concienciar al alumnado sobre la importancia de cuidar el agua y entender la importancia de este recurso hídrico, proponemos 10 recursos que ayudarán a cuidar este preciado recurso tanto en las aulas como fuera de ellas.

En el día Mundial del agua es necesario recordar la importancia del agua y reflexionar acerca del uso y la gestión que hacemos de ella.

Recursos para cuidar el agua

1. El truco del reloj de arena

Los pequeños gestos pueden tener un impacto global a la hora de proteger el agua del planeta, y tenemos el ejemplo perfecto en tareas cotidianas como lavarse las manos o los dientes sin tardar más de la cuenta. A tal efecto, se puede colocar un reloj de arena en el lavabo de la escuela para medir el tiempo que tenemos el grifo abierto y animar a los padres a implementar este recurso en casa.

2. Ningún desperdicio es pequeño

Dejar el grifo abierto parece también un detalle insignificante, pero «gota a gota, el agua se agota». Para que los alumnos entiendan el efecto de este desperdicio, se puede realizar una actividad didáctica sencilla y efectiva.

Durante la clase, colocad un recipiente vacío bajo el grifo del agua y abridlo de tal manera que solo caigan gotas. Después, medid el tiempo que tarda en llenarse. Al colmarse, debatid sobre el impacto del desperdicio de agua, pequeño pero constante, y sobre la importancia de cerrar bien el grifo o de informar a los trabajadores del centro si hay una avería en los baños. Finalmente, podéis reutilizar el agua en alguna de las actividades que proponemos a continuación.

3. ¿Podemos utilizar el inodoro sin dañar el medio ambiente?

Según la Asociación Española de Abastecimiento de Aguas y Saneamientos, cada español utiliza al año más de 15 kilogramos de toallitas húmedas, y la mayoría son desechadas indebidamente por el inodoro. Algo similar sucede con productos de higiene femenina, algodón, bastoncillos o incluso folios.

Estos residuos atascan los sistemas de depuración provocando un desperdicio de agua importante, pero además pueden viajar hacia entornos marinos y fluviales, donde alteran la flora y la fauna que allí habita. Por eso, es importante explicar a los alumnos que el inodoro no es un cubo de basura.

A mayores, conviene enseñarles a usar el pulsador pequeño o grande si hay una cisterna con doble sistema de descarga, un pequeño gesto que permite ahorrar entre seis y 12 litros de agua por uso.

4. Reducir el consumo para ahorrar agua

Reducir el consumo, alargar la vida de los productos como nuestra ropa, o usar botellas y envases reutilizables contribuye también a la protección del agua del planeta ya que permite ahorrar el agua necesaria para la fabricación de nuevos productos.

5. Plantarle cara al desperdicio con la tecnología

La tecnología puede ser una gran aliada para motivar al alumnado a reducir el consumo de agua. Algunos ejemplos de apps y webs son Duchapp, que te ayuda a ducharte en tres minutos pudiendo compartir después los litros de agua que has ahorrado, o Water Footprint Calculator, que te permite conocer tu huella hídrica. Utilizando estos recursos tecnológicos, se puede plantear un torneo entre el alumnado para ver quién es capaz de reducir más su consumo de agua.

6. Colaborar en casa para reducir el despilfarro y la contaminación del agua

Tareas domésticas como lavar los platos, poner una lavadora o limpiar el coche, suelen ir ligadas a un desperdicio de agua. Desde el aula, podemos enseñar a los alumnos a ahorrar este recurso a la vez que colaboran en casa, por ejemplo, cerrando el grifo mientras se enjabonan los vasos, colocando bien los platos en el lavavajillas o llenando del todo la lavadora. Así, harán partícipes a sus padres de los pequeños gestos de consumo eficiente.

Además del ahorro de agua, también es esencial preservar su calidad para evitar la contaminación que comienza en nuestros hogares. Con este fin, podemos explicar a los niños las diferencias entre los detergentes o jabones contaminantes y los productos de limpieza ecológicos y orgánicos. Estos últimos, especialmente los sólidos, requieren un menor uso de agua –y emisiones de carbono– en su fabricación, dejan menor huella química, evitan el desgaste de las tuberías e incluso ayudan a cuidar la piel.

7. Regar las plantas con agua reutilizada

Reutilizar es clave para realizar un consumo eficiente de los recursos hídricos, y es que a menudo el agua que usamos para cocer huevos o lo que sobra en un vaso tras las comidas, acaba tirándose por el desagüe. Para frenar este desperdicio, se puede crear un mini huerto en el centro o una zona con plantas en el aula, regándolas con agua reutilizada.

8. Cuidar los entornos acuáticos para preservarlos

No solo el agua del grifo del colegio o de casa es importante, también lo es el agua de los ríos, lagos, pantanos y playas. Cuidar estos entornos evitando tirar residuos cuando los visitamos ayuda a mantener en equilibrio el ciclo del agua en los ecosistemas, imprescindible para su correcta regeneración. Con este fin, podemos optar por cremas solares biodegradables y no contaminantes, no arrojar comida a los animales acuáticos y recoger los residuos tras un día en la playa.

Además, a través de la literatura, los más pequeños pueden conocer la importancia de aprovechar cada gota y respetar los ciclos naturales del agua. Algunos relatos que parten de esta premisa son Gotas de colores, de Asha Miró y Philip Stanton o Sin agua nada es posible, de Christina Steinlein. Durante la clase, se pueden leer, analizar su moraleja en conjunto e incluso animar a los alumnos a proponer consejos para proteger y cuidar este valioso recurso.

9. Juegos con agua de lluvia

Para los niños, el agua tiene un valor lúdico, pero muchas veces implica un desperdicio, tal y como ocurre cuando se malgasta este recurso en peleas de globos o pistolas de agua. Con la llegada del buen tiempo, se puede utilizar el agua de lluvia para hacer juegos como pintar con ella en el asfalto, un recurso didáctico muy utilizado por la corriente Montessori que, además, es completamente sostenible.

10. El mural del agua para divulgar lo aprendido

Ahorrar agua es una tarea colectiva que nace de pequeños actos individuales, por lo que difundir los hábitos sostenibles entre amigos y familiares es esencial para amplificar el impacto de nuestras acciones. De esta forma, la sensibilización de un aula se puede contagiar a todo el colegio. Para lograrlo, la clase puede plasmar lo aprendido en un mural o en collages ubicados en puntos estratégicos, como el baño, los pasillos o la zona del huerto o jardín. Así, cada vez más alumnos comprenderán la importancia de la divulgación y concienciación para proteger el agua del planeta.

Texto: Marina Pinilla