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Naturaleza para una educación inclusiva

educación inclusiva

Uno de los objetivos de la educación ambiental es acercar la naturaleza a los más pequeños. Ahora que suben las temperaturas, quizás sea el momento adecuado para dar clase fuera del aula. De este modo, tanto alumnado como profesorado pueden beneficiarse de todas las ventajas que aporta la naturaleza. No solo eso: está demostrado que el alumnado con necesidades educativas especiales consigue notables beneficios con esta experiencia.

Proteger y mejorar el medio ambiente es cuidar de la salud de nuestro planeta. Es el principal mensaje del Día Mundial del Medio Ambiente que se celebra el 5 de junio, un día para recordar que el beneficio es mutuo, y que si nosotros cuidamos de la naturaleza, ella cuidará de nosotros y de nuestra salud. Esa es una de esas lecciones que hemos aprendido durante los últimos años. Salir a pasear, por ejemplo, ayuda a concentrarse, mientras que estar a la orilla del mar nos permite relajarnos. En los hábitos de vida saludable, la naturaleza cuenta siempre con un papel protagonista, pero lo cierto es que sus beneficios van mucho más allá. De hecho, introducir la naturaleza en la escuela permite mejorar el rendimiento de niñas y niños. Sin duda, quien más se beneficia de esta experiencia es el alumnado con Necesidades Educativas Especiales (NEE).

Para el alumnado con NEE, la naturaleza mejora notablemente la visión que tienen de ellos mismos, así como su relación con los demás. Diferentes experiencias han demostrado que la educación al aire libre mejora sus habilidades sociales –en la naturaleza, niños y niñas trabajan como iguales y las capacidades de cada uno sobresalen– y aumenta su motivación. De este modo, todos se sienten incluidos, lo que permite trabajar la importancia de la diversidad, comprendiendo de este modo que no se debe dejar a nadie atrás.

Para el alumnado con Necesidades Educativas Especiales, la naturaleza mejora notablemente su propia visión y la relación con los demás

La naturaleza también ayuda a reducir el estrés y la ansiedad, lo que ayuda a los alumnos y alumnas en otras áreas. Esta reducción del estrés, al fin y al cabo, no solo la viven aquellos con necesidades especiales, sino que es uno de los beneficios generales que la naturaleza aporta a los estudiantes. Como recuerda un estudio sobre el potencial de la educación al aire libre, igual que la naturaleza reduce el estrés para los adultos, también lo hace para los más pequeños. Estar en contacto con plantas y animales impulsa la autodisciplina y la propia gestión del tiempo, el disfrute de las lecciones, la cooperación con el resto de la clase o la actividad física, un elemento importante ahora que tanto preocupa el exceso sedentario de los escolares.

Al mismo tiempo, la naturaleza impacta en los procesos de aprendizaje. Ayuda a que niños y niñas estén más atentos y logra reducir las interrupciones que se viven habitualmente en una hora de clase. En la naturaleza el alumnado tiende a estar más calmado y silencioso, lo que ayuda en el aprendizaje: con menos interrupciones y mayor tranquilidad, los escolares pueden prestar más atención a lo que se está aprendiendo.

La naturaleza ayuda a reducir el estrés y la ansiedad del alumnado, creando entornos educativos más calmados y atentos a las lecciones

Es cierto que no todos los colegios cuentan con los mismos recursos a la hora de apostar por este tipo de experiencias, y que la geografía unas veces ayuda y otras no tanto, pero eso no debe impedir organizar con los alumnos actividades al aire libre que les permitan establecer esa conexión con los animales, las plantas y los paisajes que les rodean: hay que buscar dónde está la naturaleza y cómo aprovecharse de ella. Con creatividad, este tipo de experiencias pueden estar al alcance de todos los colegios. ¿A qué sitios se os ocurre que podríais ir?

De la misma manera que hay que aprovechar los beneficios de salir al exterior, también se puede llevar la naturaleza al aula, especialmente en aquellos colegios en los que resulta más complicado trabajar con ella de forma directa, creando jardines escolares o con actividades como el trabajo con paisajes sonoros, por ejemplo. El objetivo es compartir con los niños y las niñas la importancia de la naturaleza y sus beneficios, lo que puede ayudar a que vivan más en conexión con esos entornos. Quizás acaben siendo ellos mismos quienes busquen, al salir de clase, un agradable paseo por el bosque.

Texto: Raquel C. Pico