Un rincón para respirar la calma en el aula

Salud

En la vida escolar, las emociones tienen un papel protagonista. Sorpresa, curiosidad, calma, alegría, rabia, tristeza… Los alumnos pueden experimentar una gran gama de emociones, tanto positivas como negativas, que pueden surgir de forma intensa y resultar difíciles de manejar. Por ello, cada vez más centros educativos están incorporando el llamado ‘rincón de la calma’.

Este espacio seguro y reconfortante dentro del aula está diseñado para que los niños puedan retirarse, respirar y gestionar sus emociones. Y, aunque no sustituye el acompañamiento emocional ni la atención del docente, sí se convierte en un complemento poderoso para la educación emocional. Además, la inclusión de elementos naturales en este rincón puede potenciar su efecto positivo, ya que el contacto con la naturaleza –incluso de forma simbólica o visual– favorece la regulación emocional y disminuye el estrés. En este artículo exploramos qué es exactamente un rincón de la calma, cómo implementarlo paso a paso y qué beneficios aporta tanto al alumnado como al ambiente general del aula.

¿Qué es el ‘rincón de la calma’?

Se trata de un espacio delimitado dentro del aula donde los alumnos pueden acudir cuando necesitan relajarse, tranquilizarse o simplemente conectar con sus emociones. No se trata de un lugar de castigo ni de aislamiento, sino de un recurso voluntario que fomenta la autonomía emocional. En él, los niños pueden encontrar herramientas que les ayuden a identificar lo que sienten y técnicas sencillas para volver al equilibrio.

Beneficios de un ‘rincón de la calma’ en el aula

  • Fomenta la autorregulación emocional: A través del uso constante del rincón, los niños aprenden a identificar sus emociones, a reconocer cuándo necesitan parar y a utilizar recursos para calmarse por sí mismos.
  • Reduce los conflictos y mejora la convivencia: Un espacio que favorece el autocuidado emocional contribuye a disminuir los estallidos emocionales, las peleas y los episodios de frustración en el aula. 
  • Aumenta la empatía y el respeto: Al normalizar la necesidad de calmarse, se genera un clima de comprensión hacia las emociones propias y ajenas. 
  • Mejora el clima del aula: Cuando los alumnos tienen herramientas para gestionar lo que sienten, están más receptivos al aprendizaje y a la convivencia con sus compañeros. 
  • Refuerza el vínculo con el entorno natural: Incorporar elementos de la naturaleza ayuda a despertar sensaciones de tranquilidad, enraizamiento y conexión con el mundo que nos rodea.

Cómo crear un ‘rincón de la calma’ paso a paso

  1. Elegir el lugar adecuado: Debe situarse en una zona del aula alejada del bullicio, preferiblemente en una esquina que garantice cierta intimidad sin perder el contacto visual con el docente. 
  2. Crear un ambiente acogedor: Es importante que el espacio transmita calidez y seguridad. Una alfombra, cojines blandos, una manta o una tela colgante pueden ayudar a construir un refugio emocional. 
  3. Incluir elementos naturales: Las plantas, el agua, plumas o arena pueden generar un efecto calmante inmediato. Incluso un difusor con aroma de lavanda o pino puede favorecer la relajación. 
  4. Ofrecer recursos para gestionar las emociones, como:
    • Un espejo con pictogramas o tarjetas con diferentes emociones para ayudar a identificarlas.
    • Un frasco de la calma (que se puede realizar con agua, pegamento y purpurina biodegradable), que invita a respirar y observar.
    • Libros o cuentos sobre emociones.
    • Juegos sensoriales: pelotas antiestrés, fidget toys, masas moldeables.
    • Un diario de emociones o cuaderno para dibujar o escribir.
    • Carteles con ejercicios de respiración o yoga.
    • Ruleta de las opciones de qué hacer cuando estamos enfadados, tristes, molestos, cansados, etc.
  5. Establecer normas claras: El uso del rincón debe ser voluntario, breve (de 5 a 10 minutos) y respetuoso. Es importante que los alumnos entiendan que no se trata de un castigo, sino de una oportunidad para cuidarse.
  6. Integrarlo en la rutina del aula: El rincón debe formar parte de la dinámica diaria, no algo excepcional. Es útil realizar actividades que presenten el espacio y normalicen su uso, como lecturas o juegos sobre las emociones.

El papel del docente: acompañar sin intervenir

El ‘rincón de la calma’ no sustituye la figura del docente como referente emocional. Su presencia, guía y validación siguen siendo fundamentales. Sin embargo, este espacio permite que el niño adquiera mayor autonomía y confianza en su capacidad para gestionar lo que siente.
Es clave que el maestro acompañe el proceso desde una mirada empática, animando a los alumnos a usar el rincón cuando lo necesiten, sin obligar ni etiquetar.

Conclusión

Incorporar un ‘rincón de la calma’ en el aula es una apuesta por una educación más consciente, inclusiva y respetuosa con el mundo emocional de los niños. En una etapa en la que están aprendiendo a poner nombre a lo que sienten y a responder ante ello, ofrecerles un lugar donde puedan parar, respirar y reconectar es un regalo valioso. Si, además, ese lugar se construye con materiales naturales o guiños a la naturaleza, su poder transformador será aún mayor. Porque educar también es enseñar a cuidarse –y a cuidar– desde el interior.        

Texto: Ana Calvo Jiménez

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