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Internet de las Cosas: cuando los objetos (y los residuos) hablen

Internet de las Cosas

Hace tan solo unos años, si un alumno contase que se comunica a diario con su altavoz, sus lámparas o su aire acondicionado pensarían que, por lo menos, tiene una gran imaginación. Sin embargo, cada vez es más común pedirle a un aparato que ponga música o que encienda y apague las luces de casa. […]

Hace tan solo unos años, si un alumno contase que se comunica a diario con su altavoz, sus lámparas o su aire acondicionado pensarían que, por lo menos, tiene una gran imaginación. Sin embargo, cada vez es más común pedirle a un aparato que ponga música o que encienda y apague las luces de casa. Incluso, hay quienes aclimatan su casa desde el móvil antes de llegar a ella, haciendo así un uso más eficiente de la calefacción o el aire acondicionado y reduciendo su huella ambiental. Y es que el denominado Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés), que se refiere a la conexión e intercomunicación de objetos a través de internet, está cambiando la forma en la que nos relacionamos con nuestro entorno. Pero esta tecnología va mucho más allá de las habitaciones o la cocina de casa: promete revolucionar las ciudades para hacerlas más habitables, eficientes y sostenibles.

Desde la movilidad hasta la seguridad, las aplicaciones del IoT podrían hacer mucho más fácil la vida urbana. Por ejemplo, los semáforos se adaptarían al tráfico en tiempo real y las plazas de aparcamiento podrían avisar cuando estuviesen libres. Incluso, gracias a diferentes tipos de sensores, la propia ciudad podría llamar rápidamente a emergencias cuando ocurriese un accidente. Medidas que, aplicadas de forma simultánea y planificada, harían de las calles lugares más amables y seguros para pasear o para ir al colegio a pie.

El internet de los residuos

Pero, sin duda, uno de los cambios más importantes lo encontraremos en todo lo relacionado con la economía circular: el denominado Internet of Waste. Es decir, soluciones que se sirven del Internet de las Cosas y las tecnologías de recopilación y análisis de datos para gestionar de forma inteligente (y eficiente) los residuos. Y uno de los objetos clave en esta nueva revolución tecnológica, como no podría ser de otra forma, son los contenedores.

Uno de los principales beneficios de los contenedores inteligentes es la mejora de la recolección de residuos. Por ejemplo, son capaces de monitorear en tiempo real su nivel de llenado y enviar alertas automáticas indicando cuando necesitan ser vaciados. La tecnología de datos evita así recogidas innecesarias y mejora las rutas de los camiones de recolección, a la vez que reduce costes operativos y las emisiones de carbono asociadas al transporte.

En una ciudad con IoT los semáforos se adaptarían al tráfico en tiempo real y las plazas de aparcamiento podrían avisar cuando estuviesen libres

¿Cómo funcionan los contenedores inteligentes?

La clave está en la comunicación entre los diferentes aparatos y entre los objetos y las personas. Por ejemplo, generalmente estos se abren bien con una tarjeta o bien con una aplicación en el móvil. Cuando acercamos la tarjeta o el teléfono, los contenedores se comunican con el contenedor y éste se abre. Una vez los residuos se depositan, un haz de ultrasonidos mide el nivel de llenado. Además, esta tecnología es capaz, entre otras cosas, de medir la temperatura del recipiente o, incluso, de detectar movimientos en el interior. Cuando el contendor está lleno, otro dispositivo notifica a un servidor en tiempo real que permite analizar la información, y con ella, cambiar rutas de recogida para acelerarlas o ralentizarlas.

Otra tecnología presente en los depósitos inteligentes es un aro electrónico ubicado en la apertura del contenedor que lee los productos a través de sus códigos de barras. Así, los ayuntamientos y empresas pueden contar con datos como la frecuencia de uso, patrones de generación de residuos o las áreas en las que concentra mayor o menor carga.

¿Hay contenedores inteligentes en mi ciudad?

En España, algunos contenedores del proyecto RECICLOS de Ecoembes cuentan con sistemas como los anteriores. Esta es una iniciativa de que promueve el reciclaje de latas y botellas de plástico a través de contenedores amarillos de algunas ciudades o a través contenedores especiales ubicados en lugares de gran afluencia, como supermercados y centros comerciales. Funcionan de manera simple: los ciudadanos depositan sus envases vacíos en los contenedores y acumulan puntos en una aplicación móvil. Estos puntos pueden canjearse por descuentos en tiendas colaboradoras o donarse a organizaciones benéficas. En León, por ejemplo, esta iniciativa cuenta con quinientos setenta contenedores inteligentes. Otras provincias como Granada, Ourense, Ciudad Real o Cáceres suman más de 3.000. Esta última generación de contenedores está expandiéndose rápidamente, acercándose a cada vez más vecindarios. En este caso, el proyecto de Ecoembes está presente en más de 29 provincias y afecta a más de 3 millones de españoles.

Los contenedores inteligentes son capaces de monitorear en tiempo real su nivel de llenado y enviar alertas automáticas indicando cuando necesitan ser vaciados

No todo depende de la tecnología

Acercarse a reciclar a uno de estos contenedores puede ser una experiencia casi de ciencia ficción para los niños y niñas. Pero, pese a la sofisticación de los contenedores inteligentes, para poder aprovechar al máximo el potencial de la gestión de residuos es fundamental tener en cuenta los siguientes puntos:

  1. Informarse de si en la localidad existen contenedores inteligentes y qué tecnología tienen.
  2. Separar de forma adecuada: Asegurarse de separar los residuos en las categorías que corresponde: envases de plástico, metal y briks; vidrio, envases de cartón y papel, y residuos orgánicos según las indicaciones del ayuntamiento.
  3. Evita la contaminación: No mezclar residuos reciclables con residuos no reciclables ni residuos de distinta categoría en el mismo contenedor.
  4. Reducir los desechos y reutilizar: Adoptar hábitos de consumo responsable para reducir la cantidad de residuos generados y reutilizar envases siempre que sea posible.

Solo así podremos asegurarnos de que estamos haciendo un buen uso de estas nuevas tecnologías y contribuyendo a mejor la eficiencia en el proceso de reciclaje de residuos.

Reciclaje inteligente en las aulas

Las escuelas desempeñan un papel fundamental en el fomento del reciclaje y la gestión eficiente de residuos, pues es en estos espacios donde muchos aprenden las claves del reciclaje y de las 7Rs. Pero, ¿y si pudiésemos ir más allá? ¿Y si se pudiesen aplicar los principios del IoT en la escuela?

Si bien quizás se puedan instalar luces con sensores de movimiento u otros elementos que mejoren la eficiencia energética, quizás no sea tan sencillo implantar sistemas sofisticados de contenedores con sensores en las aulas –aunque, para los más techies, dejamos aquí una guía de como hacerlo en un par de sencillos pasos trabajando, además, habilidades de programación– . Sin embargo, eso no significa que no se puedan implementar sistemas de reciclaje inteligente. Al fin y al cabo, todavía no hemos descubierto nada más inteligente que las mentes humanas, ¡y mejor si hablamos de todo un grupo!

Medidas como crear contenedores para separar residuos en todas las aulas con dibujos sencillos y fáciles de identificar sobre qué entra (y qué no) en cada uno de ellos puede suponer una gran diferencia. También se puede hacer una tabla en la que anotar los tipos de residuos cada vez que se depositan y ver cuáles son los más comunes. Tras un tiempo reciclando, veremos cómo algunos elementos, como trozos de cartulina y folios o bolígrafos gastados, son más comunes que otros. Esto nos puede indicar que igual es buena idea destinar un cajón para guardar estos residuos de forma independiente y tenerlos a mano para utilizarlos en futuras manualidades.

También se pueden organizar eventos y concursos de recogida de residuos en el patio, o de inventos para reducir el impacto ambiental de los desechos. ¡Los límites los pone la imaginación! Así, el mejor aprendizaje que nos deja el internet de las Cosas es que la comunicación y el ingenio son los mejores aliados para construir un futuro más limpio, más sostenible y más habitable.

Texto: Mariela Ruth Gómez Ponce
Ilustración: Nicolás Aznárez