Última hora ambiental

Que este verano no falten los baños (de bosque)

Baño de bosque

Además de conectar plenamente con la naturaleza, las expediciones a «bosques terapéuticos» generan múltiples beneficios para la salud física y mental e incluso pueden ayudar a fortalecer lazos entre familiares o compañeros de clase.

Desde tiempos inmemoriales, los bosques se han concebido en la mitología y la literatura como espacios misteriosos y mágicos en los que la fantasía podría esperar tras cualquier arbusto. Pero, aunque nos encantaría encontrarnos con pequeños seres correteando entre los árboles, estos no eran más que el fruto de la imaginación humana… ¿o no? ¿Y si hubiera algo de cierto? Aunque resulte complicado encontrar elfos o unicornios, lo que sí se ha convertido en un hallazgo avalado por numerosos estudios es que los bosques custodian una magia especial. No es algo nuevo que el contacto con entornos naturales mejore nuestro estado de ánimo o nos ayude a respirar mejor, pero los llamados «bosques terapéuticos» vienen a ampliar las aportaciones positivas de estos lugares.

¿De dónde vienen los baños de bosque?

El término «baño de bosque», shinrin yoku en japonés, se originó en el país nipón en 1982, cuando apareció por iniciativa del Ministerio Japonés de Agricultura, Silvicultura y Pesca, y se perpetuó como práctica saludable enfocada a reducir los efectos del estrés, la ansiedad y una frenética vida laboral y urbana.

Sin embargo, además de sus efectos terapéuticos, desde el país asiático encontraban una fórmula más para proteger sus ecosistemas forestales y ponerlos en valor de una manera nueva. Es decir, promovieron una iniciativa verde para proteger estos bosques con propiedades terapéuticas, aquellos lugares más adecuados para darse un buen chapuzón de bosque, que después se extendería al resto del mundo.

Se trata de conectar con la naturaleza a través de los cinco sentidos, de forma pausada, sin interferencias y tomando conciencia del entorno

¿Es un paseo un baño de bosque?

Ya sabemos que pasar tiempo en la naturaleza puede reducir el estrés y la ansiedad, pero los «baños de bosque» son algo –o mucho– más. Para comprenderlo, debemos explicar en qué consisten exactamente estos recorridos y en qué se diferencian de un paseo común por la naturaleza o del senderismo, por ejemplo.

Lo primero a tener en cuenta es el escenario, si bien estas actividades pueden hacerse en muchos espacios naturales –realmente, ni siquiera es necesario que nos encontremos en un bosque–, lo ideal es hacerlo en bosques maduros: aquellos en los que la intervención humana ha sido (y es) muy limitada.

Otro aspecto importante es que, generalmente, los baños de bosque son guiados por una persona experta que tratará de que el recorrido trascienda el caminar para acercar la experiencia a conceptos como el mindfulness. La persona que lidera la inmersión acompaña a un grupo en un trayecto de unos kilómetros –tampoco deben ser demasiados– caminando lentamente, descansando con cierta frecuencia, respirando profundamente y animando a los participantes a percibir todos los elementos y estímulos naturales presentes a través de los cinco sentidos.

Conectar sin interferencias

Quizá el punto anterior sea uno de los más importantes en estas actividades: explorar lo que se percibe a través de la vista, pero también atender a los diferentes colores y formas, a los sonidos, los olores, la texturas e, incluso, a los sabores. No se trata de desconectar del mundo, sino de conectar con la esencia de la vida, de estimular una simbiosis con la naturaleza para valorar el entorno natural, mejorar el bienestar propio e intentar hacerlo con plena conciencia de lo que se está viviendo, a ser posible, sin interferencias. Y, para lograrlo, es frecuente que se sugiera apagar el teléfono móvil para enfocarse plenamente en lo que se está haciendo, sin distracciones.

Salud plena

Bañarse en bosque –y envolverse en aire de calidad– se convierte en una actividad contra la celeridad, pues conviene hacerlo sin ninguna prisa, pero también contra el sedentarismo, ya que anima a explorar y divertirse en entornos naturales de forma libre y con la mirada curiosa de un niño.

Dejarse envolver por la naturaleza dedicándose únicamente a ello durante unas horas se convierte, así, en una propuesta para mejorar la salud. Entre sus múltiples beneficios destacan el refuerzo del sistema inmunitario, la reducción de la tensión arterial o la estimulación de un estado de ánimo positivo, el buen humor y la relajación.

Entre sus múltiples beneficios destacan el refuerzo del sistema inmunitario o la reducción de la tensión arterial

Baños de bosque para refrescar el alma

Además, estas excursiones medioambientales, que cargan el cuerpo y la mente de sensibilidad, se convierten en una oportunidad excelente para fortalecer lazos entre el alumnado y, también, entre padres, madres, hijos, primos o amigos. Para aprovechar todas estas ventajas, se pueden proponer distintas actividades, no solo en formato educativo, sino también más enfocadas al juego y la diversión, que encuentran en los bosques su parque de recreo natural. En caso de no contar con un bosque cercano, también es posible encontrar lugares diferentes para pasar un día especial, como en el Bosque Encantado de Madrid. Además, en esta época de calor, las excursiones pueden empezar por un baño de bosque y terminar con la inmersión en el agua de algún río o piscina natural, situadas frecuentemente en plena naturaleza.

Y es que aunque los libros o las actividades didácticas permiten adquirir nuevos conocimientos o pasar ratos divertidos en las horas más calurosas del verano, sumergirse de lleno en la naturaleza es una iniciativa verde con la que se adquieren aprendizajes que ayudan no solo a equilibrar y mejorar la salud general del alumnado, sino también a estimular su capacidad de observación y atención, su curiosidad, su amor por la naturaleza y, en última instancia, ayudan a conducirles a un estado de ánimo más sereno y positivo.

Texto: Esmeralda R. Vaquero
Ilustración: Nicolás Aznárez