El derecho a reparar: contra la obsolescencia programada
Pero, además, la Unión Europea ha introducido otro cambio clave, que afecta a los usos domésticos, pero también a elementos como ordenadores, tablets o móviles: el derecho a reparar. En un futuro cada vez más cercano, las etiquetas de casi todos los objetos tecnológicos que consumamos incluirán una puntuación de reparación similar a la de la eficiencia energética. Esta se calculará basándose en la vida útil que se estima para el producto, la posibilidad de reparar sus piezas y las garantías que incluyen tanto el producto como las piezas de recambio que se utilicen en las reparaciones. Una información más que necesaria para promover la reutilización, luchar contra la obsolescencia programada –o el fin de vida útil de un producto que el fabricante ha determinado de antemano– y avanzar hacia la economía circular.
La eficiencia energética en los centros educativos
La eficiencia energética, como vemos, es un concepto con el que ya estamos conviviendo incluso en nuestra vida cotidiana. En los centros educativos tiene una traducción muy directa en esa pelea por la reutilización, reparación y aprovechamiento de los consumos tecnológicos, que vienen a ser una actualización del compartir libros de épocas más analógicas.
Ya es habitual que los nuevos colegios sean edificios inteligentes diseñados para aprovechar al máximo sus características para resguardarse del frío en invierno y el calor en verano, también según la zona geográfica. Así que, conociendo algunos principios de la eficiencia energética, como la rapidez a la que se pueden calentar las aulas y la energía necesaria, los revestimientos o cierres que impiden que se escape la temperatura y la mantienen o similares, se puede estimar de manera adecuada para explicar en clase la capacidad concreta de nuestro centro. Algo que, además, debe ir de la mano de la adquisición de hábitos de consumo responsables.