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Colegios sin coches: construyendo espacios de aprendizaje sanos y seguros

colegios sin coche

Algo tan sencillo como cortar el tráfico en los alrededores de los colegios puede transformar la dinámica de toda una comunidad. Porque, en las ciudades, el tráfico rodado es uno de los peores enemigos del medioambiente, pero también de nuestra salud: es un alto foco de contaminación y de estrés. Por eso, alumnos, docentes y familias exigen reconvertir los centros educativos y los barrios en los que se encuentran en lugares más amables a través de la Revuelta Escolar. Hablamos con la responsable de movilidad del colegio FUHEM-Montserrat para descubrir qué pasaría si los coches desapareciesen de las escuelas.

Parar. Bajarse del coche. Se le olvida la mochila. Vuelve a por ella cuando estás a punto de arrancar. Frenas en seco. Empieza a sonar el claxon del vehículo de detrás. Y así día tras día, año tras año, durante todas las etapas educativas de los más pequeños. Todos hemos vivido, más o menos de cerca, esta consecución de pequeños gestos cotidianos que se dan a las puertas de la mayoría de colegios. ¿No es estresante tan solo pensar en ello? Para los que conducen a sus hijos a la escuela esta situación supone un foco de ansiedad añadido al día a día, pero ¿y para los niños? Entrar en clase con ese estrés generado, que podría ser fácilmente evitable, no es agradable para nadie. Por suerte, cada vez son más las escuelas que abogan por eliminarlo de raíz: este mes de marzo han sido 79 los centros educativos de diferentes ciudades españolas los que han cortado el tráfico para pedir un entorno seguro para los niños. Una idea que no es nueva, y que el pedagogo Francesco Tonucci lleva reclamando desde hace años. «Hay que adaptar la ciudad a las bicicletas, con carriles bici, aparcamientos, etc.», asegura el italiano. Y, por eso, defiende, en primer lugar, la prioridad del peatón frente a los coches o el transporte público y las bicicletas. Y qué mejor manera de reconvertir nuestras ciudades que empezando por los núcleos más cercanos: los colegios y los barrios en los que se encuentran.

Ana Jiménez: «Al llegar solos al colegio, los niños viven sus propias aventuras»

Con esta idea de fondo de convertir las urbes en lugares acogedores para todos, incluidos los más pequeños, el colegio FUHEM-Montserrat de Madrid viene impulsando desde hace años una serie de proyectos transformadores de su aprendizaje y de su entorno. Y uno de ellos, en los que son pioneros, es precisamente la creación de vías seguras para que sus alumnos y alumnas lleguen a pie, en bici o en patinete hasta las puertas del centro. Iniciativas como esta, que forma parte del proyecto Camino escolar seguro, son esenciales en un proceso de transformación social que lleva desarrollándose varias décadas en esta escuela. Como explica Ana Jiménez, coordinadora de movilidad del colegio, «partiendo de que si queremos vivir más a gusto y diseñar ciudades que sean mucho más agradables y amables, necesitamos que los alumnos participen en ellas, empezamos a pensar cómo rediseñar nuestros barrios para que fuesen más seguros y que los alumnos pudiesen venir sin coche a clase, y así acostumbrarles a no contaminar y, además, a desarrollar su autonomía».

De esta manera empezó el colegio Monserrat a cortar sus accesos al tráfico rodado durante la hora de entrada a clase por las mañanas. Todos los días de la semana, los niños que viven en el barrio pueden acceder, con seguridad –a pie, en bici o en patinete– al colegio. Los que viven más lejos disponen de zonas habilitadas para aparcar: así, realizan al menos una parte de su trayecto andando. Antes de la covid, este sistema permitía que, como asegura Jiménez, tuvieran «sus propias aventuras antes de llegar a clase», porque cualquier alumno se encontraba con sus compañeros por el camino y empezaban el día «de manera relajada y sociable». Además, los estudiantes más mayores colaboraban como voluntarios acompañando a los más pequeños desde el punto en el que les dejaban sus familias hasta la puerta del centro. Ahora, son las propias familias las que realizan esa labor de acompañamiento para que los grupos burbuja no se mezclen. Aun así, Jiménez asegura que «también se genera un ambiente muy relajado e interesante entre los padres y los niños», que entran de mejor humor en clase.

Eliminar los coches a la entrada de la escuela reduce el estrés en los más pequeños

Gracias al proyecto europeo STARS (Acreditación y Reconocimiento de Desplazamientos Sostenibles para Colegios), en el que colaboran el Ayuntamiento de Madrid y la DGT, se ha podido, además, implicar a toda la comunidad educativa y mantener esta iniciativa en el tiempo. Así, ha sido posible empezar sembrar la semilla de la transformación social que los barrios necesitan y los centros educativos reclaman. Porque, como recuerda Jiménez, este cole sin coches «es un proyecto a largo plazo que consiste, en realidad, en ir modificando mentalidades» y por eso aplaude que cada vez sean más los centros educativos que se unen al programa.

Como en el colegio madrileño, son muchas las escuelas que abogan por crear caminos seguros, cortar calles y potenciar la bici o los trayectos a pie. En Barcelona, ya hay 17 centros que reclaman cortes de tráfico en sus inmediaciones. Además, la iniciativa Protegim les escoles, impulsada por el Ayuntamiento de la Ciudad Condal busca precisamente crear espacios amables para los 200 colegios de su área metropolitana. En en Bilbao, Girona o Melilla, por ejemplo, también hay centros que ya han iniciado proyectos similares al del Monserrat. Y municipios como Pontevedra, incluso, han dado un paso más, reduciendo al máximo el acceso de vehículos a sus núcleos urbanos para hacer de la localidad un lugar mucho más amable y seguro para todos.

La labor de acompañamiento genera un ambiente muy relajado e interesante entre los padres y los niños

Pero más allá de generar una atmósfera más relajada a la hora de entrada o favorecer la independencia de los niños, iniciativas como estas sirven como una ventana para hablar en el aula de la importancia de darle más prioridad a los peatones, de cómo modificar hábitos o de cómo pensar ciudades más amables. Porque, como dice Tonucci, «la escuela debe ser un lugar bello, donde se pueda respirar cultura, haya música, arte, sea agradable y cómoda». Y eliminar el estrés que produce el tráfico de la ecuación es un paso imprescindible para lograrlo.

En Naturaliza os proponemos trabajar sobre nuestros hábitos de movilidad y cuáles son los medios de transporte más sostenibles a través de la salida fuera del aula ¿Caminamos de la mano?, dirigida a 2º de Educación Primaria. El alumnado analiza su entorno cercano para proponer acciones que favorezcan su desplazamiento sostenible, autónomo y seguro al centro educativo y reflexiona sobre los impactos ambientales de los medios de transporte que más utilizamos y qué opciones son más sostenibles.